Las bacterias poseen mecanismos de patogenicidad
específicos que emergen al superar las defensas de un
hospedero. Un microorganismo patógeno posee la capacidad
de producir un daño, a cualquier nivel, en un
organismo hospedero susceptible.
La virulencia es una
medida cuantitativa de la patogenicidad y se mide por
el número de microorganismos necesarios para causar
una enfermedad, es decir, es el grado de patogenicidad. Debido a la eficiencia de esos mecanismos
una bacteria puede ser poco virulenta o muy virulenta;
bacterias de importancia médica pueden causar una
gran mortalidad.
Las bacterias a lo largo de la evolución han adquirido
características que les permiten invadir el ambiente
del hospedero, expresar receptores superficiales especializados
para su adhesión, permanecer en estos
sitios a través de procesos de colonización, evadir al
sistema inmune y finalmente causar daño tisular con el fin de lograr acceso a fuentes de nutrientes necesarios
para su crecimiento y reproducción. Por lo que el
factor o determinante de virulencia es un componente
microbiano que favorece el crecimiento o sobrevivencia
durante la infección.
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